PROTESTANTES ILUSTRES / BONHOEFFER - por MÁXIMO GARCÍA
Dietrich Bonhoeffer. Aspectos de su vida (Parte III)
Este artículo forma parte de una serie sobre el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer, escrita por Máximo García Ruiz (ver introducción / ver artículo anterior)
Bonhoeffer en la prisión militar de Tegel en Berlín
(MÁXIMO GARCÍA RUIZ*, 20/08/2018) | La corta vida de Bonhoeffer se mueve entre un intelectualismo lúcido apoyado en las categorías del saber de su primera época de estudiante-teólogo y un misticismo creciente, especialmente en la tercera fase de su vida, ya en la cárcel, apoyado en el valor de la experiencia...
Tercera época: Los años de prisión
Es la época de madurez intelectual.
Se compromete formalmente con María von Wedemeyer (enero).
Tres meses después (5/4/1943) es arrestado por la Gestapo, junto a su cuñado Hans von Douhanyi y su esposa Christine. Bonhoeffer es acusado de alta traición y encarcelado en la prisión de Tegel, Berlín. La acusación sería luego por desmoralizar al ejército.
1943-1944(8 de octubre). Trasladado de Tegel a la cárcel de la Gestapo en Berlín (calle Prinz Albrecht).
El 20 de julio de 1944 tuvo lugar el atentado contra Hitler. El 22 de septiembre la Gestapo descubrió unos archivos con pruebas de la colaboración de Bonhoeffer y los demás conjurados.
1944 (Oct.): Detienen a Bethge.
1945 (7 de febrero): Trasladado al campo de concentración de Buchenwald, después al de Regensburg, al de Schönberg y, finalmente, al de Flossenbürg.
9/4/1945: Es ahorcado en Flossenbürg, junto al almirante Canaris, el general Oster y algunos otros. El 23 de abril fueron fusilados en Berlín uno de sus hermanos y un cuñado. Solo unos días después (el 30 de abril) se suicidó Hitler.
OTROS ASPECTOS DE SU VIDA
Durante muchos meses el censor de la cárcel permitió solamente cartas de los padres con intervalos de diez días (nota p. 25 RS).
Era fumador.
En torno a 1941 sufre un largo periodo de enfermedad (R. Y S, p 54) hasta enero de 1942 (p. 57). En la prisión sufre un dislocamiento de cadera (carta de 3/7/43, R. Y S., p. 62).
En Tegel salía media hora al día al aire libre. Tres horas al día paseaba por la celda.
El tiempo de cárcel lo vivió pendiente de los acontecimientos familiares, como la boda de su hermana.
Llama la atención su despedida al magistrado, en carta: “Con un ¡viva Hitler!”.
FAMILIA
La familia Bonhoeffer, marzo de 1943, cinco días antes de la detención de Dietrich. Dietrich está en el extremo izquierdo. Rüdiger Schleicher, Klaus Bonhoeffer, y Friedrich Perels, también en la imagen, fueron ejecutados en 1945
Padre: Karl Bonhoeffer (Profesor numerario de Psiquiatsría) Tenía 75 años cuando encarcelaron a su hijo Dietrich).
Madre: Paula von Hase, de una familia burguesa.
Su abuelo, Karl Alfred von Hase, era profesor de teología.
Hermanos (ocho en total, contando a Dietrich). Todos reciben una buena formación musical.
Wal Karl-Friedrich, profesor de Química y Física.
Greteson (Grete), esposa de Douhanyi.
Klaus, abogado.
Christine (Christel)
Hans von Dohnanyi, marido de Christine (magistrado del Tribunal del Reich), asesinado el 23 de abril de 1945 (este dato hay que verificarlo).
Sabine, hermana gemela de Dietrich, esposa del profesor de derecho público de ascendiente judío Gerhard Leibholz.
Marianne, hija.
Renate
Susi
Ursula (Ursel) Schlicher
Rüdiger Schleicher, cuñado, funcionario ministerial y profesor de derecho aéreo de Berlín. Detenido el 4/10/44 y asesinado el 23/4/1945.
Los hermanos Bonhoeffer. Fotografía familiar de 1908; presenta en escala los siete hermanos Bonhoeffer, aún no había nacido Susanne (luego casada con Walter Dress). Los más pequeños son los gemelos Sabine y Dietrich, nacidos en Breslau (= Wroclaw, hoy Polonia) el 4 de febrero de 1906. Sabine luego se casará con Gerhard Leibholz. Siguen en fila: Christine, que se casará con Hans von Dohnanyi, Ursula, luego casada con Rüdiger Schleicher, y finalmente los tres hermanos mayores: Klaus, que se casará con Emmi Delbrück, Walter, que cae en el frente en 1918, y Karl-Friedrich, casado luego con Grete von Dohnanyi, hermana de Hans.
(Próximo artículo: Bonhoeffer: Bibliografía)
Autor: Máximo García Ruiz*, Agosto 2018.
© 2018 - Nota de Redacción: Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
*MÁXIMO GARCÍA RUIZ, nacido en Madrid, es licenciado en Teología por la Universidad Bíblica Latinoamericana, licenciado en Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en Teología por esa misma universidad. Profesor de Historia de las Religiones, Sociología e Historia de los Bautistas en la Facultad de Teología de la Unión Evangélica Bautista de España-UEBE (actualmente profesor emérito), en Alcobendas, Madrid y profesor invitado en otras instituciones. Pertenece a la Asociación de Teólogos Juan XXIII. Ha publicado numerosos artículos y estudios de investigación en diferentes revistas, diccionarios y anales universitarios y es autor de 21 libros y de otros 12 en colaboración, algunos de ellos en calidad de editor.
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La Reforma protestante y la creación de los estados modernos europeos, 1
Humanismo y Renacimiento
Máximo García Ruiz
La creación de los estados modernos europeos, tal y como los conocemos hoy en día, no hubiera sido posible sin la existencia de la Reforma protestante y su correlato, el Concilio de Trento, tal y como veremos más adelante.
De igual forma, la Reforma no hubiera podido tener lugar, en su inmediatez histórica, sin la existencia del Humanismo y su manifestación artística y científica conocida como Renacimiento. Ahora bien, para poder centrar el tema, tenemos que remontarnos a la era anterior, la Edad Media, y poner nuestra mirada inicial, como punto de partida, en la Escolástica, el sistema educativo, el sistema teológico que identifica ese período, así como en el Feudalismo como forma de gobierno y estructuración social.
Para el escolasticismo la educación estaba reservada a sectores muy reducidos de la población, sometida a un estricto control de parte de la Iglesia. A esto hay que añadir que el sistema social estaba subordinado, a su vez, al ilimitado y caprichoso poder de los señores feudales bajo el paraguas de la Iglesia medieval que no sólo controlaba la cultura, sino que sometía las voluntades de los siervos, que no ciudadanos, amparada por un régimen considerado sagrado, en el que sus representantes actuaban en el nombre de Dios.
La Escolástica se desarrolla sometida a un rígido principio de autoridad, siendo la Biblia, a la que paradójicamente muy pocos tienen acceso, la principal fuente de conocimiento, siempre bajo el riguroso control de la jerarquía eclesiástica. En estas circunstancias, la razón ha de amoldarse a la fe y la fe es gestionada y administrada por la casta sacerdotal.
En ese largo período que conocemos como Edad Media, en especial en su último tramo, se producirían algunos hechos altamente significativos, como la invención de la imprenta (1440) o el descubrimiento de América (1492), que tendrán una enorme repercusión en ámbitos tan diferentes como la cultura, las ciencias naturales y la economía. En el terreno religioso, la escandalosa corrupción de la Iglesia medieval llegó a tales extremos que fueron varios los pre-reformadores que intentaron una reforma antes del siglo XVI: John Wycliffe (1320-1384), Jan Hus (1369-1415), Girolamo Savonarola (1452-1498), o el predecesor de todos ellos, Francisco de Asís (1181/2-1226) y otros más en diferentes partes de Europa. Todos ellos, salvo Francisco de Asís, que fue asimilado por la Iglesia, tuvieron un final dramático, sin que ninguno de esos movimientos de protesta, no siempre ajustados por acciones realmente evangélicas, consiguiera mover a la Iglesia hacia posturas de cambio o reforma.
No era el momento. No se daban los elementos necesarios para que germinaran las proclamas de estos aguerridos profetas, cuya voz quedó ahogada en sangre. El pueblo estaba sometido al poder y atemorizado por las supersticiones medievales; las élites eran ignorantes y no estaban preparadas para secundar a esos líderes que, como Juan el Bautista, terminaron clamando en el desierto, a pesar de que su mensaje, como las melodías del flautista de Hamelin, consiguiera arrastrar tras de sí algunos centenares o miles de personas. ¿Cuál fue la diferencia en lo que a Lutero se refiere? La respuesta, aparte de invocar aspectos transcendentes conectados con la fe de los creyentes es, desde el punto de vista histórico, sencilla y, a la vez, complicada; hay que buscarla, entre otras muchas circunstancias históricas, en el papel y en la influencia que ejercieron el Humanismo y el Renacimiento. Existen otros factores, sin duda, pero nos centraremos en estos dos.
Identificamos como Humanismo, al movimiento producido desde finales del siglo XIV que sigue con fuerza durante el XV y se proyecta al XVI, que impulsa una reforma cultural y educativa como respuesta a la Escolástica, que continuaba siendo considerada como la línea de pensamiento oficial de la Iglesia y, por consiguiente, de las instituciones políticas y sociales de la época. Mientras que para la educación escolástica las materias de estudio se circunscribían básicamente a la medicina, el derecho y la teología, los humanistas se interesan vivamente por la poesía, la literatura en general (gramática, retórica, historia) y la filosofía, es decir, las humanidades. Con ello se descubre una nueva filosofía de la vida, recuperando como objetivo central la dignidad de la persona. El hombre pasa a ser el centro y medida de todas las cosas.
La corriente humanista da origen a la formación del espíritu del Renacimiento, produciendo personajes tan relevantes como, Petrarca (1304-1374) o Bocaccio (1313-1375), Nebrija (1441-1522), Erasmo (1466-1536), Maquiavelo (1469-1527), Copérnico (1473-1543), Miguel Ángel (1475-1564), Tomás Moro (1478-1535), Rafael (1483-1520), Lutero (1483-1546), Cervantes (1547-1616), Bacon (1561-1626), Shakespeare (1564-1616), sin olvidar la influencia que sobre ellos pudieron tener sus predecesores, Dante (1265-1321), Giotto (1266-1337), y algunos otros pensadores de la época. Estos y tantos otros humanistas, unos desde la literatura, otros desde la filosofía, algunos desde la teología y otros desde el arte y las ciencias, contribuyeron al cambio de paradigma filosófico, teológico y social, haciendo posible el tránsito desde la Edad Media a la Edad Contemporánea, período de la historia que algunos circunscriben al transcurrido desde el descubrimiento de América (1492) a la Revolución Francesa (1789).
El Renacimiento se identifica por dar paso a un hombre libre, creador de sí mismo, con gran autonomía de la religión que pretende mantener el monopolio de Dios y el destino de los seres humanos. El Humanismo y el Renacimiento se superponen, si bien mientras el Humanismo se identifica específicamente, como ya hemos apuntado, con la cultura, el Renacimiento lo hace con el arte, la ciencia, y la capacidad creadora del hombre. El Renacimiento hace referencia a la civilización en su conjunto.
En resumen, el Humanismo es una corriente filosófica y cultural que sirve de caldo de cultivo al Renacimiento, que surge como fruto de las ideas desarrolladas por los pensadores humanistas, que se nutren a su vez de las fuentes clásicas tanto griegas como romanas. Marca el final de la Edad Media y sustituye el teocentrismo por el antropocentrismo, contribuyendo a crear las condiciones necesarias para la formación de los estados europeos modernos. Una época de tránsito en la que desaparece el feudalismo y surge la burguesía y la afirmación del capitalismo, dando paso a una sociedad europea con nuevos valores.
Visto lo que antecede, estamos en condiciones de juzgar la influencia que este cambio de ciclo histórico pudo tener en la Reforma promovida por Lutero en primera instancia, secundada por Zwinglio, Calvino, y otros reformadores del siglo XVI, y valorar de qué forma estos cambios contribuyeron a la formación de los modernos estados europeos.
Pero éste será tema de una segundan entrega.