UNA HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE FE, AMOR Y TOLERANCIA RELIGIOSA
Roscales de la Peña honró a sus mayores con una fiesta en la que un hijo del pueblo compartió su fe en Jesucristo
El pequeño pueblo palentino rindió homenaje a sus mayores, invitando a un párroco y a un pastor evangélico, “hijo del pueblo”, a participar en un emotivo acto interreligioso
Comida en familia. Más de 500 comensales acudieron a la cita para honrar a los mayores de Roscales / +ampliar
(Redacción, 09/11/2017) El pasado 13 de Agosto fue un día especial para los vecinos de Roscales de la Peña, un pequeño municipio de apenas 50 habitantes (INE 2012) de la provincia de Palencia, Castilla y León, que se vio completamente invadido por medio millar de vecinos e hijos del pueblo reunidos para honrar a sus mayores, en un bonito y sentido homenaje.
Fue también un día especial para “los Bores”, un apellido bien conocido dentro de la familia evangélica castellanoleonesa por dos de sus portadores: los hermanos Luis Alberto y Roberto. El primero es pastor de la Iglesia Evangélica Camino de Vida, en Valladolid, además de ser el secretario ejecutivo del Consejo Evangélico de Castilla y León. El segundo, Roberto, un líder evangélico reconocido y respetado en Aranda del Duero, donde vive y sirve al Señor con su familia desde hace muchos años.
...los Bores son hoy una familia unida y un esperanzador símbolo de tolerancia, de amor y de fe, en una región que en el pasado fue escenario de tristes episodios de persecución religiosa. |
Ambos participaron activamente en ese homenaje a los mayores de Roscales, entre los que se encuentra Quirina, la madre de ambos y matriarca de un clan de ocho hermanos, todos nacidos en ese pequeño pueblo rural quien, a sus 88 años, sigue criando gallinas, cuidando del huerto y preparando leña para el invierno. “¡No hay quien la saque de allí!”, dice Roberto, que acaba de estar con ella hace unos días.
Quirina es la única Bores que ha permanecido en Roscales. Su marido falleció hace 23 años y sus 8 hijos -7 varones y una mujer- hicieron camino al andar fuera del pueblo natal, unos más lejos que otros. Con dos hermanos evangélicos (uno de ellos pastor), y una monja (Obra misionera de Jesús y María), los Bores son hoy una familia unida y un esperanzador símbolo de tolerancia, de amor y de fe, en una región que en el pasado fue escenario de tristes episodios de persecución religiosa.
ACTO RELIGIOSO CATÓLICO… Y TESTIMONIO EVANGÉLICO.
“En un principio contamos con un descendiente de Roscales, Luis Ángel, uno de los llamados curas de Baños, para un acto religioso conjuntamente con Alberto Bores, pastor evangélico”, explica una responsable de la organización del encuentro. “Esto no fue posible debido a las obligaciones imprevistas que el sacerdote tuvo que atender en su parroquia. Finalmente pudimos contar con la participación de Don Pedro, párroco de Roscales, y el acto religioso se desarrolló en dos partes diferenciadas. Alberto Bores ha querido compartir con todos nosotros unas breves elucubraciones en torno al origen del nombre del pueblo, a la relación que su familia pudo haber tenido con él y a otros asuntos sin importancia. Pero sobre todo, ha querido dejarnos el texto íntegro de su meditación de aquel día memorable para que cada cual la use como mejor tenga a bien hacerlo. ¡Gracias Alberto por tu colaboración!”.
Con estas palabras, los organizadores agradecían al pastor Alberto Bores su participación en ese acto tan singular, y sus palabras, un bello y sencillo testimonio de fe evangélica que, con su permiso, reproducimos a continuación.
ROSCALES: MI PUEBLO / por Alberto Bores, pastor evangélico El pastor Alberto Bores durante su intervención en el acto interreligioso en Roscales / 13/08/2017 No existe ningún otro pueblo en el mundo que se llame Roscales. Se apellida “de la Peña” como muchos de los pueblos de la zona, pero el apellido no le añade nada a su identificación, como mucho, a su localización geográfica. Tan especial es el nombre que ni siquiera se ponen de acuerdo los entendidos a la hora de determinar cuál fue su denominación original. Mi padre siempre dijo que habría sido “Rioscalles” por la misma razón que hay uno que se llama “Riosmenudos”, otro “Vega de Riacos” y otro pudo haberse llamado “Rioscuevas”. Y nadie puede negar que el pueblo se ha ido trasladando hacia la era, huyendo de las inundaciones del valle (¿correría el agua por las calles en épocas de fuertes lluvias?). Yo soy de la misma opinión. Pero ni mi padre ni yo tenemos autoridad como lingüistas, de modo que nunca hemos llegado a las manos para defender nuestra teoría. Por otra parte, difícilmente se podría responsabilizar a ningún miembro de mi familia, de mis antepasados quiero decir, de haber participado en la elección del nombre, ni del original (fuere el que fuere), ni de su evolución hasta llegar al actual. Basta con ver lo poco emparentados que estamos con el resto de las familias del pueblo para llegar a la conclusión de que somos una familia de inmigrantes. ¿De dónde salieron? ¿Cuándo llegaron? ¿De qué huían? ¿Qué vinieron a buscar? Lo cierto es que llegaron no hace muchas generaciones, se establecieron y se integraron hasta el punto de que hoy, año 2017, muchos de los Bores todavía decimos con orgullo: “Roscales es mi pueblo”. Sentimos como un privilegio haber podido participar en la organización del evento del día 13 de agosto coordinando, elaborando los árboles genealógicos, animando a todas las familias a participar… y llegando de lugares como Ferrol, Alicante, Bilbao, y diversas localidades de la geografía de Castilla y León. A mí me encomendaron decir unas palabras de testimonio de mi fe en Jesucristo en la parte religiosa del encuentro, y lo hice con temor y reverencia. "A mí me encomendaron decir unas palabras de testimonio de mi fe en Jesucristo en la parte religiosa del encuentro, y lo hice con temor y reverencia"No sé hasta qué punto llegó el mensaje a los presentes en el acto, habida cuenta de las circunstancias. Tengo la misma duda en cuanto al mensaje de don Pedro, el párroco. Yo diría que puso énfasis en dos temas muy importantes. El primero, basado en la lectura del Evangelio del día, en el capítulo 14 de San Mateo, fue sobre la necesidad de tener verdadera fe en Jesucristo, de confiar en Él. El segundo, basado en la razón del encuentro, fue sobre la necesidad del perdón y de la armonía entre las familias. Un gran acierto por su parte. En cuanto a lo que yo dije, que más bien leí, no voy a añadir nada. Envío el documento completo por si lo consideran oportuno. Quién sabe si hay alguien interesado en leerlo, alguien que se plantea las mismas preguntas que yo traté de responder. Saludos y bendiciones. Alberto Bores Puede leer el texto original en el Blog creado para el acto de homenaje: http://homenajeanuestrosmayores.blogspot.com.es/2017/11/roscales-mi-pueblo.html >>>>> HOMENAJE A NUESTROS MAYORES Luis Alberto Bores, 13/08/17 El motivo principal de este encuentro es el de rendir homenaje a nuestros mayores. Decía mi padre que “en las bodas y en los entierros es donde se encuentra la familia”. Hoy será un día de encuentro de familiares y amigos, pero no olvidemos que vosotros, los mayores, sois hoy los protagonistas. Por eso mismo, por respeto a vuestras tradiciones y creencias, vamos a empezar con una misa. Damos gracias al párroco, a Don Pedro, por estar hoy aquí en Roscales, aunque no tocaba. "Poder dar testimonio de Jesús es para mí el mayor privilegio. Y tener la oportunidad de hacerlo delante de vosotros, de la gente de mi pueblo, mucho más".Cuando muchos de vosotros os fuisteis de aquí (y otros nos quedamos), todavía se decía la misa en latín. El oficiante lo hacía mirando al frente y al terminar se volvía para decir “Ite, missa est”, a lo que contestábamos “Deo gratias”. Tal vez sin saber que eso significaba “Idos, esta es la despedida”, sabíamos que la misa había terminado. Con la salida de muchas familias del pueblo, yo empecé de monaguillo desde muy pequeño, con Don Crisógono. Mis compañeros eran Torino (Victorino Hospital), Tole (Antolín Alonso) y Carlitos (Carlos Gutiérrez). Carlitos y yo sabíamos cuándo tocar la esquila, cuándo acercar las vinajeras, etc., pero no llegamos a aprender el “Confiteor Deo omnipotenti”. Ya con Don Tito aprendimos toda la misa en español. ¡Mucho han cambiado las cosas desde entonces! En mi caso, pasé seis años en el seminario de los padres Combonianos, de lo que me ha quedado un grato recuerdo. De hecho salí para ver el mundo desde afuera, pero con la intención de volver. El mundo con el que me encontré fue aquel de la transición de la dictadura a la democracia. Tiempos de revueltas sociales, de libertad, de libertinaje, de ruptura con las tradiciones y creencias… y tiempos de dudas existenciales que cada uno fue solucionando como pudo. Yo me encontré, estudiando en la Universidad de Valladolid, compartiendo piso con tres jóvenes ateos. No podían soportar que yo siguiera creyendo en Dios, aunque cada día con más dudas. Pero fue uno de ellos, curiosamente, quien me presentó a otro estudiante que siempre llevaba una Biblia encima. A partir de ese encuentro empecé a pensar: “Si la Biblia es la Palabra de Dios (al terminar cada lectura en la misa se dice “Palabra de Dios”) ¿cómo es que yo no tengo una, cómo es que yo no la conozco, cómo es que yo no la leo?”. Así que compré un Nuevo Testamento. El Evangelio de San Juan (1:1-15) empieza diciendo que en el principio Jesús era Dios, que nada de lo que existe se hizo sin Él, que se hizo hombre y vino a este mundo, que vino a los suyos y que los suyos no le recibieron, pero a los que le recibieron y creyeron en Él se les concedió el ser hijos de Dios. Los Evangelios de San Mateo y de San Lucas nos cuentan que Jesús nació de una virgen (la virgen María) y que no era hijo natural de José sino de Dios mismo. Y los cuatro Evangelios nos cuentan cómo Jesús fue rechazado por los suyos, hasta el punto de entregarlo a los romanos para que lo crucificaran. ¡Y también que resucitó!. Aunque yo sabía ya estas cosas, me impresionó leer que “a los que recibieron a Jesús y creyeron en Él se les concedió el ser hijos de Dios”. La cuestión, entonces, era si yo había recibido a Jesús y había creído en Él, es decir, si yo era un verdadero hijo de Dios. "Hace casi cuarenta años que tomé la decisión de creer en Jesús, de poner mi confianza sólo en Él y de dejar mi camino y seguirle por el camino que me llevara. Nunca me he arrepentido de ello".Siguiendo con el Evangelio de San Juan (3:16-18), nos encontramos con que el mismo Jesús dice que “Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en Él no se pierda sino que tenga vida eterna”. Dice que Dios no lo envió al mundo para condenarlo, sino para salvarlo, pero el que no cree ya ha sido condenado por no creer en el Hijo de Dios. Parece que Jesús daba por hecho que estábamos condenados y que sólo creyendo en Él podríamos ser salvados. Lo vi más claro leyendo más adelanta (6:28 y 29) cuando le preguntaron a Jesús “¿qué debemos hacer para portarnos como Dios quiere? y Jesús les contestó “lo que Dios espera de vosotros es que creáis en su enviado”. Es decir, otra vez, la mejor obra que podemos hacer es creer en Jesús. Unos días antes de su muerte (14:6 y 7) les dijo a sus discípulos que iría a prepararles un lugar en la casa del Padre y que volvería a buscarlos. Cuando Tomás preguntó por el camino al Padre Jesús contestó “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. El que me conoce a mí, también conoce a mi Padre”. Y también les dijo que el Padre enviaría al Espíritu Santo en su nombre y les enseñaría todas las cosas y les recordaría lo que les había enseñado. Así que vemos ahí al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo bien compenetrados en el plan diseñado para la salvación de los hombres. Después de leer los Evangelios y alguna de las epístolas llegué a las siguientes conclusiones: Que Dios me amaba hasta el punto de sacrificar a su único Hijo; que si Jesús tuvo que morir por mí es porque yo estaba perdido a pesar de ser una persona religiosa; que no podía hacer nada por mí mismo; que lo único que podía hacer era reconocer mi situación, arrepentirme de mis pecados y poner mi confianza en Jesús; y que si lo hacía sería hecho hijo de Dios y por tanto también heredero. Hace casi cuarenta años que tomé la decisión de creer en Jesús, de poner mi confianza sólo en Él y de dejar mi camino y seguirle por el camino que me llevara. Nunca me he arrepentido de ello. Nunca me he visto defraudado. No he tenido que seguir buscando nuevos caminos. ¡Jesús es mi Camino! Permíteme que te anime a hacer lo mismo. Tengas la edad que tengas, los problemas que tengas, sea cual sea las situación en la que estés… ¡Da un paso hacia Jesús! Él dijo: “A los que vienen a mí no les echaré fuera”. Permíteme que te anime a hacer lo mismo. Tengas la edad que tengas, los problemas que tengas, sea cual sea las situación en la que estés… ¡Da un paso hacia Jesús! Él dijo: “A los que vienen a mí no les echaré fuera”.Poder dar testimonio de Jesús es para mí el mayor privilegio. Y tener la oportunidad de hacerlo delante de vosotros, de la gente de mi pueblo, mucho más. ¡Que Dios os bendiga! Termino con una oración: (Bendición… sanidad…armonía…reconciliación…) Firmado: Luis Alberto Bores Calle |