DESDE EL CORAZÓN
Autoridad vs. Poder
(José Luis Navajo, 22/01/2014) | El sol y el viento discutían sobre cuál de los dos era más fuerte.
La discusión fue larga, porque ninguno quería ceder. Ambos vieron a un hombre que avanzaba tranquilamente por el camino, iba cubierto con una capa, y decidieron medir sus fuerzas contra él.
-Vas a ver – desafió el viento -. Te aseguro que con sólo echarme sobre ese hombre, lograré arrancarle su capa.
Comenzó a soplar con fuerza, pero cuanto más soplaba el viento más fuerte agarraba el hombre su capa, y, aunque con dificultad, seguía avanzando. El viento, encolerizado, desató toda su fuerza, pero el individuo logró guarecerse entre unas rocas y se abrigó más aún con su manta.
-Creo que es mi turno –le dijo el sol al frustrado viento-. Sonrió el astro rey mostrándose entre dos nubes, envió delicadas dosis de calor, y con un gesto agradecido el hombre se desprendió de su capa, se la echó al hombro y siguió feliz su camino.
-Ya lo ves -le dijo el Sol al Viento-. Con la dulzura y la bondad se consigue más que con la fuerza.[1]
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El Sol desplegó su autoridad, el viento solo poder. Las personas… la inmensa mayoría de las personas, reconocen la autoridad y responden a ella, pero se rebelan contra el autoritarismo. Cualquiera que sea el ámbito de influencia que se nos haya otorgado, ya puede ser el de padres en el hogar, o maestros en una escuela, o pastores en una iglesia, o presidentes en una compañía… cuando del cargo se escurre el amor, entonces el liderazgo se torna en mandato y la influencia se convierte en dictadura.
Los líderes que necesitan recordarles continuamente a los demás quién es el que manda, una de dos: o están llenos de temor o son realmente egoístas. Es frecuente, por desgracia, que quienes ejercen liderazgo, aún quienes lo hacen en nombre de Dios, confundan la legítima autoridad con el nocivo poder. Hay, entre ambas cosas, una distancia abismal y determinadas diferencias clave.
Poder es la capacidad de forzar a alguien para que haga nuestra voluntad debido a nuestra posición o fuerza.
Autoridad es el arte de conseguir que los demás hagan voluntariamente lo que deben hacer, debido a nuestra influencia personal.
El Poder radica en posición o en posesión. Si ocupas un cargo relevante en la organización tienes poder, si dispones de un gran patrimonio tienes poder.
La Autoridad reside en la persona; en su forma de ser, en los principios y valores que ostenta; en la capacidad inherente de influir en los demás.
El Poder se pierde cuando se cesa en un cargo o desaparece el patrimonio.
La Autoridad sigue con la persona independiente de dónde esté, porque forma parte de ella. Pueden relegarle, desplazarle y hasta enviarle al último rincón, pero desde allí seguirá brillando. Mantendrá intacta su identidad y su capacidad de influir, ya que ésta reside en la persona, no en una posición ni en una posesión, y por eso es imposible quitársela.
En definitiva la autoridad del líder es una cuestión de carga y no de cargo, y el liderazgo –me refiero al auténtico- no se basa en el poder, sino en la autoridad. Si tenemos que recurrir al poder es porque la autoridad ha fallado.
[1] "El viento del norte y el sol", fábula de Esopo
Autor: José Luis Navajo
© 2014. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente. Su contenido expresa la opinión del autor y no necesariamente la de los editores.
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