DESDE EL CORAZÓN
Silenciosos megáfonos
(José Luis Navajo, 27/03/2013) Una de las necesidades universales de todos los seres humanos es la de reconocimiento y prestigio, pero en el varón esa necesidad se agudiza de forma llamativa.
¿Es bueno el deseo de reconocimiento?
Más que bueno es natural, completamente lógico… pero en su justa medida, no en una sobredosis. Cuando esa necesidad se torna en un requisito, se convierte en un problema.
Como diría mi viejo pastor[i]; déjame que te cuente:
Un padre paseaba con su hijo por el bosque. De pronto se detuvo y le dijo al muchacho:
¿Oyes ese ruido?
Sí –respondió el niño-. Creo que es el sonido de una carreta que se acerca por el camino.
Correcto –admitió el padre, y luego precisó-: se trata de una carreta vacía.
¿Cómo sabes que está vacía? –inquirió el hijo-. Aún no podemos verla. ¿Por qué dices que está vacía? –insistió.
Porque hace mucho ruido –dijo-. Las carretas vacías son más ruidosas que aquellas que van llenas.
Alentado por la atención del niño el padre decidió explicar:
Al no llevar carga, el carro puede rodar más rápido. Se mueve veloz, pero no transporta nada.
Enseguida hizo su aparición un carruaje tirado por un mulo y ambos pudieron comprobar que, efectivamente, no transportaba nada.
¡Acertaste, papá! –exclamó el niño admirado.
En la vida ocurre algo parecido –explicó entonces el padre-: tuve ocasión de comprobar que la persona que transita por la vida colmada de tesoros, suele transportarlos en silencio. Por el contrario, quienes ponen altavoz a sus logros, con frecuencia carecen de ellos. Hijo, irás comprendiendo que la profundidad aporta sigilo, quietud y moderación… Voces altisonantes que proclaman sus éxitos no convencen ni la mitad que un acto sencillo pero oportuno. Los verdaderos héroes huyen de los mecanismos de autopromoción. Les importa muy poco ser conocidos o reconocidos. Aprendieron que las acciones se reivindican solas y no precisan de publicidad; eso les permite enfocarse en “hacer” sin gastar energías en la lucha por “aparecer”, y el resultado es que sus hechos hablan más y mejor que sus palabras. Porque las obras realizadas sin el ánimo de asombrar, no sólo asombran, sino que transforman. Son poderosos megáfonos tocados por el silencio de la discreción, que deleitan con su música.
Autor: José Luis Navajo
© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
[i] El autor hace referencia al “viejo pastor”, protagonista del libro Una Cruz En El Desierto, publicado por Grupo Nelson y escrito por José Luis Navajo.
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